Los sueños anuncian cosas
En los pueblos antiguos, los sueños eran puertas a lo divino. Lo que aparecía en la noche se interpretaba como mensajes de seres sobrehumanos. Aristóteles, sin negar su carácter revelador, dio un giro decisivo al afirmar que los sueños nacen de la propia alma. No son dictados de dioses ni advertencias del más allá, sino voces que emergen desde lo más hondo del ser. La idea provocó temor porque, si lo extraño y lo inquietante venía de dentro, ¿no sería señal de un mal o una locura escondida? Hoy, aún persiste en algunas personas la creencia de que los sueños son mensajes premonitorios. Y aunque las coincidencias a veces parecen confirmarlo —como le sucedió al químico Dmitri Ivánovich Mendeléyev, que soñó con su más reconocida creación: la tabla periódica—, nada prueba que provengan de fuerzas externas. Lo que sí sabemos es que, al dormir, se borran los códigos sociales y morales que a veces censuran nuestro sentir. Quedamos en un estado primitivo, receptivo a lo que en el día la mente c...